El autor vuelve a recorrer los momentos cruciales del “ídolo” de su infancia, el futbolista de la selección italiana Giancarlo Antognoni. Lo hace a través del filtro del niño que fue, que con poco más de diez años de edad iba al estadio de Florencia de la mano su padre.
Estas páginas reconstruyen detalladamente el partido entre Italia y Brasil, en Barcelona, el mes de julio de 1982, cuando las calles de la ciudad se vestían de amarillo y verde y del tricolore italiano. Una afición entregada en un estadio, el de Sarrià, que a día de hoy ha sido sustituido por bloques de apartamentos y un minúsculo jardín, sin ni siquiera una placa en conmemoración de aquellos célebres días.
Antognoni fue sin duda el protagonista de aquel partido, que a treinta y dos años de distancia aún conserva un cierto sabor “mítico”. Considerado el partido más espectacular de la historia de los mundiales, y el que abriría las puertas a la victoria italiana en el Mundial de España.
A lo largo de la narración, el autor nos hace partícipes de los momentos más vibrantes del encuentro, a través de testimonios inéditos como los del cuidador del campo y los del maître d’Hôtel que acompañó a la selección italiana en los quince días de concentración en la ciudad de Barcelona. Luti, incluso, viaja hasta Brasil para encontrarse con Leandro, el defensa brasileño que cambió su camiseta con Antognoni.